El amor ha sido y será siempre considerado la fuerza y el motor que mueve el mundo, nos permite vivir estos días y mirar hacia adelante con más esperanza.
Tenemos muchas personas queridas a nuestro alrededor que desean escuchar de nuestros labios un «te quiero». Esas personas son nuestros padres, abuelos, hermanos, hijos y amigos.
El amor lo incluye todo, es un sentimiento enorme que nos permite ir apreciando las emociones como si en nuestras vidas estuviéramos montados encima de un carrusel colmado de emociones y dentro de él distinguimos dos tipos:
1. El amor apasionado – obsesivo o enamoramiento- y 2. el amor compañero – cariño o amor conyugal. El primero, se relaciona a una emoción intensa de anhelo por la unión con el otro; mientras que el segundo, es una emoción menos intensa, que combina sentimientos de profundo cariño, compromiso e intimidad y la ternura que sentimos por aquellos con quienes vivimos y compartimos ideas, sueños y anhelos.
Una relación de amor, puede implicar ambos tipos de reacción amorosa, el amor apasionado y el de compañero.
Con el tiempo y los años el amor se vuelve cada vez más estable, supuestamente. Las relaciones con amigos, familiares y pareja se conviertes en un mundo completamente nuevo, la felicidad que esto trae consigo nos llena y nos hace sentir que todo valió la pena. Luego a mayor edad llega el amor “maduro”, donde todo es más tranquilo, más calmado y quizás la intensidad sigue siendo la misma.